Una chica con la remera de LA SECTA

LA SECTA se presentó una vez más en La Plata, el pasado sábado, en Caetano. Esta banda que lleva 15 años ejerciendo en el rock electrónico industrial abre, en cada show, nuevos juegos conceptuales que integran lo sonoro y lo visual en un mismo lenguaje. Les proponemos que pasen y lean uno de ellos.


Linternas, papel film, atomizadores cargados de agua, sogas, cintos y un megáfono eran los elementos que se dejaban ver entre los instrumentos que estaban listos para sonar. Una vez preparado el terreno, una chica con la remera de LA SECTA anunció: “Salimos”.

Se acomodaron los músicos, que en esta oportunidad lucían vinchas de minero, delantales de carnicero y hasta un barbijo metálico. Luego hizo su aparición GASTÓN CINGOLANI, sólo uno de los cantantes de la banda, quien con su voz finita abrió el juego de obsesivos disparadores de sentido.

“Te invito a comer un puchero en casa / lo hice yo, con carne de cerdo” persuadía CINGOLANI, una y otra vez, mientras por el costado del escenario salía forcejeando ALEJANDRO ARECHA, la voz grave con tintes líricos, entre sogas que el encargado del sonido electrónico, ULISES CREMONTE, acarreaba.

Los presentes manifestaron distintas reacciones a tamaño despliegue que se gestionaron los muchachos. Impacto en algunos, desquicie en adeptos y risa en otros, fueron las emociones más visibles.

Luego de tocar sin intervalos durante dos horas temas entre los que se encontró el cover “Mirada Speed” (incluido en “Tomo lo que encuentro” (2004), el disco tributo a VIRUS) y su último corte difusión, “Peccatamundi”, LA SECTA cerró con un simulacro de autorregulación a cargo del tema “Píxel”.

De ésta manera, los ocho sectarios saludaron al estilo cierre de telón, dando por finalizada la ambiciosa presentación. Para completar, GASTÓN CINGOLANI dijo a EL ACOPLE: “Sabemos que somos provocadores y nos gusta tirar puntas de conceptos que pueden ir desde lo sadomasoquista hasta una canción de niños para que cada uno lo complete como quiera”.

María Paz Padilla
Foto: Yanina López