A paso de hormiga

El sábado pasado, los muchachos de ÁRBOL brindaron un concierto a sala llena en el clásico Teatro Ópera. Correctos, de buen sonido y con su primera producción desde la ida de EDUARDO SCHMIDT, ofrecieron dos horas de show con algunos invitados y mucho olor a espíritu (pre) adolescente.

Rondaban las 9 de la noche y la avenida Corrientes se iba llenando de aroma a pubertad, a los primeros pasos en la carretera de la liberación, a niñez caminando por las veredas del descubrimiento interior.

En ese camino, para muchos, se cruzó ARBOL, esa banda oriunda del oeste bonaerense que lleva ya más de una década de historias, discos, distintas formaciones y melodías por aquí y por allá.

Con el objetivo de presentar oficialmente su más reciente trabajo de estudio, el teatro Ópera abrió sus puertas y así “Hormigas” (2007) fue desplegado íntegramente para la multitud presente.

Niños, adolescentes (y ya no tanto), adultos, padres, madres, tutores y encargados tomaron asiento (aunque por menos de lo que dura un suspiro) y colaboraron de la mejor manera posible para llevar adelante este trabajo de hormigas que PABLO, HERNAN, SEBASTIAN y MARTIN se habían propuesto para la otoñal noche porteña.

Ellos cuatro, repartidos por todo el escenario como es su costumbre. De fondo, un telón blanco sirve para la proyección de imágenes que desfilan toda la jornada acompañando rítmicamente a cada pieza ejecutada.

La gente, eyectada de sus asientos desde el segundo tema, parece vibrar plenamente canción tras canción. Algunos se encuentran esperando, impacientes, que aparezca algún tema de esos que supieron hacerlos saltar a varios centímetros del suelo no demasiados discos atrás en algún bolichón perdido de la costa o en el mítico “Mocambo” de Haedo.

Recién promediando la primera hora del show aparece la primera sensación de emoción y con ella se esfuma un poco el hastío. Empiezan los acordes del nuevo “Memoria”, PABLO entona las primeras notas y rápidamente, de campera de cuero y ceñido jean azul, sube a escena la inequívoca voz de FER RUIZ DIAZ. “Este tema es para GABY y él lo sabe”.

Seguido a eso y aún con la mente repleta de imágenes del Pelado, suena “Luna”, acústica mediante. Pegadito, suben RAUL RUFFINO y PABLO TEVEZ, de LOS TIPITOS para darle rienda suelta a la legendaria “Rosita”.

“Pequeños sueños”, “El fantasma” y “Prejuicios”, que contó con la presencia en las tablas del Coro de Hurlingham, parecen tener cabida en la audiencia.

Para el final, algún resabio del poderío con que ÁRBOL solía arremeter en cuanto escenario copaba: “La nena monstruo”, “Enes”, “Suerte” y “La vida” van desgastando la voz del cantante antes de llegar a las últimas piezas.

Cuando ya se hacían las 23.30 horas y las cortinas se estaban por cerrar, un poco de descontrol(ados). “Vomitando flores” y “Cosacuosa” encuentran al frontman y su bajista caminando por las butacas y entremezclándose con su fervoroso público.

Juventud exaltada y gigantescos hombres de traje que sacan a alguien mientras en la corrida se llevan por delante a una niña que todavía juega con las muñecas.

Y en el medio de ese frenesí por intentar obtener la toma fotográfica más cercana, por robar una pequeña gota de sudor musical, el enorme telón de terciopelo retoma su descansado lugar. Los artistas vuelven a las bambalinas y los espectadores se retiran para buscar algún nuevo camino que transitar.

Y así pasó. Pasó la temprana noche, pasó la calle Corrientes con sus iluminados carteles, pasó la fila de gente que espera para ver esbeltas mujeres que desnudan sus plásticas figuras. Pasó ÁRBOL, con su particular andar...

Renata Jara

Foto: Pablo Puebla