Más Pepsi que music
La segunda jornada del festival Pepsi Music pasó sin pena ni gloria. Catupecu Machu estuvo a cargo del cierre, Kapanga nos divirtió y Árbol jugó las mismas cartas de siempre. Lo mejor de la noche fue Karamelo Santo.
Espacialmente, el predio marcó las jerarquías: dos escenarios enfrentados y accesibles y un tercero, perdido por ahí. En el medio, locales de venta de sandwiches gourmet, comida vegetariana, el puesto de la tarotista y el de los tatuajes temporales.
En ese marco, se llevó a cabo la segunda jornada del Pepsi Music. Arrancando, como siempre, con una buena banda en el segundo de los escenarios. Un porcentaje relativamente pequeño tuvo la posibilidad de ver el show de La Zurda, un grupo lindísimo que supo lo que tenía que hacer y salió muy bien parado. Dejaron su escenario para dar paso a Andando Descalzo en el escenario Pepsi, quienes, desde la opinión de Luciano Katz (guitarrista de Pampa Yakuza y cronista invitado en esta nota) “armaron una fiesta”.
Volviendo al escenario Claro, encontramos a Vetamadre, quienes brindaron un show fiel a su estilo, correcto y prolijito. Hacia las cinco y pico, Cuentos Borgeanos tuvo que remarla contra el sonido pero dio un buen espectáculo y logró reunir una importante cantidad de público. Lo más original fue la rotación de los integrantes por los distintos instrumentos durante la ejecución de “Fantasmas de lo nuevo” y el cierre con “Si morir”, una de las canciones más atractivas de su último disco, “Felicidades”.
Expulsados y Árbol, ubicados en escenarios distintos, hicieron lo que ya todos conocemos. Los primeros se apoyaron en su influencia ramonera, sin apostar demasiado. En tanto, Árbol anduvo bien, pero me contó, con alguna que otra variación, el mismo chiste que hace cuatro años. El quid es que en el 2004 me hacían reír y ahora no. Lo mejor, sin dudas, fueron las canciones de “Chapusongs”, el trabajo más destacado de la banda, como “Cosacuosa”, interpretada con Maikel de Kapanga, como invitado para la ocasión.
En el escenario Claro, Karamelo Santo dio una de las propuestas más sólidas de la noche. Fieles a su estilo, los mendocinos sonaron ajustados y levantaron a la gente, apelando a un repertorio festivalero de más de diez canciones que incluyó los hits “Nunca” y “Luna loca”, fragmentos de “Los caminos de la vida” y “Tarzan boy”, y el cover de The Clash, “You stay or should I go”. Finalizado su set, empezó Kapanga en el escenario principal.
La banda de Quilmes hizo lo que mejor sabe hacer: divertir a la gente. Comandados por un cantante por momentos desdibujado, los integrantes de Kapanga echaron mano a su vieja formula, súper rendidora para los festivales, y levantaron a la gente cabalgando en sus hits inoxidables como “Rock”, “Fumar”, “Me mata” (en medley con “El universal”) y “El mono relojero”. El kitshcover fue “I just call to say I love you”, de Stevie Wonder.
Carajo dio un show prolijo y potente, que dio por finalizada la actividad en el escenario Claro. En tanto, en el escenario principal, Catupecu Machu (banda festivalera como pocas) arrancó su presentación con la tríada “Oxido en el aire”, “Y lo que quiero es que pises sin el suelo” y “Plan B: anhelo de satisfacción”. Hasta acá, la lista venía bien y el sonido también (quizás un poco bajo en el primer tema). Sin embargo, el show fue tibio siempre. Fernando Ruiz Díaz no explotó el costado de frontman eufórico que todos conocemos y esperábamos.
La lista continuó con los temas más oscuros de la banda, como “En los sueños”, “Cuadros dentro de cuadros” (con un pasaje hacia el fin de “Cuentos decapitados”) y “Viaje del miedo”, para finalizar con la postal más linda del show: sumergidos en una brisa primaveral, la calma recorre al Club, y Abril Sosa sube para hacer “Entero o a pedazos”, con un pasaje de “Secretos pasadizos”. Todos cantamos y tácitamente participamos de un ritual que no necesitamos explicar. Los que estuvimos ahí, lo entendimos, y desde nuestro lugar, nos sumamos y con eso fue suficiente.
Invitan a Leo De Cecco, Fabián Von Quintiero y Zeta Bosio para interpretar “Preludio al filo en el umbral”, y a Pablo de Árbol, Tery de Carajo y el Mono, su hijo y Maikel, de Kapanga, para hacer “Dale”. “Hay cuatro violas, dos baterias y cincuentas millones de cantantes”, describe Fernando antes del “chiflidito” siempre bien recibido. Para cerrar un show sin mucho brillo eligen “Muéstrame los dientes” y “Origen extremo”.
Con sabor a poco pasó la segunda jornada del festival. Bandas interesantes a las que la gente respondió. Lástima que, en muchos casos, hubo actuaciones dirigidas por la inercia y apuestas conservadoras.
Luciana Acuña Elias
Fotos: Fernando Fernández