Fiesta de farsantes en el Luna Park

BABASÓNICOS brindó el primer show en Capital Federal en lo que va del año, aprovechando la ocasión para presentar “Mucho”, última producción.


Desde hace un lustro, el rock nacional está en boga y se habla de él hasta en la revista Billiken. Esto puede traducirse en estadios a lleno total, compañías multinacionales apostando por tipos “desalineados y descarriados de la sociedad”, e incluso en nuevas formas de relación entre padres e hijos.

En otros tiempos, una preadolescente le pedía permiso a sus progenitores para que la dejen ir a tal boliche. Hoy pide ir a un recital. Allí van a estar más a salvo que en los agujeros donde dopan a las niñas y las violan, piensan los padres, además de estar resguardadas del flagelo del alcohol, porque casi no hay recitales mainstream con barra.

Entonces, en los hogares se escucha cada vez menos el “que te destapen la gaseosa adelante tuyo”. En muchos casos, ni siquiera un “cuidate”, porque los padres más cancheros llevan a sus retoños a poguear, mientras miran los movimientos sugerentes de ADRIÁN DÁRGELOS desde el súperpullman, además de escuchar frases zarpadísimas como “Quiero revolcarme con vos”, “Soy muy puta y no trabajo para vos” o “Será que me cogieron mal, que no me trago la charada”.



La estética del lugar hacía su juego y la vista de una persona común se veía en un brete. La cantidad de flashes disparados y las pantallas incandescentes de los telefonitos en alto, enceguecen a cualquiera. Ni hablar del faraónico set de luces que cambiaba según la ocasión y resaltaba la enorme escalera doble, situada en el medio del escenario. Allí reposaba medio team, batería, bajo y teclados. Abajo se ubicaron los carismáticos, los que tienen pedigrí para ser BABASÓNICOS: DÁRGELOS, MARIANO ROGER y DIEGO UMA.

¿Y la música? Detrás de una espantosa bola de ruido generada por la pésima acústica que tiene ese galpón llamado Luna Park y los insoportables grititos de las chicas, se podían adivinar las canciones. Es sabido que esta banda no es de hurgar en su pasado, pareciera que tanta luz veló las viejas películas babasónicas.

Sin embargo, se permitieron gemas como “Sátiro”, “Patinador sagrado” y “Esther narcótica”. El resto del repertorio, se basó en los últimos cuatro discos, luciéndose las bellísimas “Muñeco”, “Pobre duende”, “Camarín” y la respetuosa presentación de las nuevas canciones, que fueron bien recibidas por el maravillado público.

En “Microdancing” (que esta noche tuvo una intro kraftwerkiana a dos theremins), ADRIÁN pide “no esperes nada de mí”, y esa parece que es la consigna que deben acatar los que quieren escuchar a estos muchachos que supieron volar pelucas la década pasada. Empero, la fórmula se repite disco tras discos desde “Jessico” y crean bajo ese patrón, asegurándose así una jugosa jubilación. Ellos, contentísimos. Sus fans teenagers, teniendo nuevos estribillos para tararear, también.

Ezequiel Ruiz
Fotos: Fernando Fernández