martes, 15 de septiembre de 2009

Las fotos de Vicky



Cruzamos la isla de este a oeste y de sur a norte. Era nuestra primera vez en la ciudad y queríamos ver absolutamente todo. O al menos todo lo que nuestras piernas nos permitieran. Nos encontramos con la dicotomía de estar en una ciudad nueva, pero a la vez reconocible en muchos aspectos; había un guiño en cada esquina.

Caminamos tarareando a Frank Sinatra y a través de la siempre-abierta línea de subte, confirmamos que verdaderamente esa ciudad nunca dormía.
Alguna que otra canción nos había advertido que las luces cegaban y Times Square dio buena fe de esto. El edificio Dakota me recordó la tragedia y unos mosaicos a un costado del Central Park pedían un poco de imaginación. Pero faltaba algo; sabíamos que aún nos restaba encontrar ese lugar del que tanto habíamos leído a través de historias y biografías. Reconocimos "Forest Hills" en el mapa con la certeza de que ese suburbio guardaba un tesoro especial. Y seguimos buscando.

Un mapa impreso con algunas anotaciones a mano nos ayudó en la tarea de llegar al mítico lugar. Zigzagueando de sur a norte, entre manteles rojos y blancos atravesamos el barrio italiano. Cada vez faltaba menos. Doblamos a la derecha y llegamos a Bowery, esa avenida doble mano que esperábamos encontrar.
Buscábamos los carteles, algún signo, íbamos y veníamos, mirábamos incrédulos el mapa una y otra vez. Creíamos estar en la calle adecuada, a la altura exacta. Pero nuestros ojos eran testigos de un panorama que nos decía lo contrario. Un toldo negro y una vidriera que poco tenía que ver con lo que buscábamos nos miraba desafiante.

La ciudad correcta, incluso el punto preciso de latitud y longitud. Pero ese lugar ya no estaba allí. Estábamos en Nueva York, pero el CBGB ya no se dejaba ver, orgulloso de haber sido protagonista de los primeros años de gloria de una de las bandas sonoras de nuestra vida.
Habíamos crecido.

Y con esa ausencia vino la desilusión. El CBGB no estaba allí, Los Ramones ya no tocaban en vivo, e incluso muchos de sus integrantes ya no respiraban nuestro mismo aire ni recibían los mismos rayos de sol que nosotros. Pero algo de esa magia debía estar por esas paredes. Tanta energía no podía desvanecerse de golpe.

Desilusionados, cabizbajos, subimos por esa misma calle. El tiempo había pasado. "Ya nada es lo que era", dice Ismael Serrano. Pero de golpe, te encontrás con una luz de esperanza.

"¡Mirá el cartel de ahí enfrente!" me dijo mi hermano, emocionado. Cuando levanté la cabeza y leí ese nombre, volvió la ilusión. Volvieron los recuerdos de 10 años atrás y más, escuchando esos discos incansablemente y a todo volumen.

Ese cartel, ubicado en esa esquina, no significó para nosotros solamente un merecido homenaje. También entendimos que, a veces y por un rato, podemos volver a ser los que fuimos y hasta emocionarnos por las mismas cosas.

Y así, recuperando el espíritu adolescente por un momento, esa vez seguimos caminando mientras entonábamos las estrofas de "Poison Heart".




4 comentarios:

Anónimo 15 de septiembre de 2009, 16:16  

que lindo relato!!!

qué bárbaro, la fotografa tb sabe escribir y lo hace de maravillas!!!

Petil 15 de septiembre de 2009, 17:03  

Tus historias como tus fotos, a veces y por un rato, me hacen viajar.
Excelente!

Guus 16 de septiembre de 2009, 16:55  

buenisimo vick, se me levantaron los pelitos del brazo

Anónimo 24 de septiembre de 2009, 16:14  

MUY BIEN LLEVADO Y AMENO, VICKY...LO "TOMÈ PRESTADO" Y LO PUSE EN MI BLOG DE MUSICA... www.la-pindonga.blogspot.com FIJATE SI QUERES...

BESOS.....ALEX

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